jueves, 6 de diciembre de 2007

"La gitanilla" de Miguel de Cervantes

Año 1957 .Instituto Nacional de Bachillerato, Isidro Almazán. Clase de Literatura, profesor: D. Senén Corroto. Lección : D. Miguel de Cervantes Saavedra (me parece increible, pero han pa-sado 50 años, casi toda una vida). D. Senén, a quien sus alumnos considerábamos alocado, redi-cho y, en cierta forma, amanerado, nos hace una semblanza entusiasta del escritor de escritores (¿?) y de su obra principal: "Don Quijote de la Mancha", haciendo énfasis en el hecho de que "con esta novela, el mundo aprende a leer y España aprende a pensar", así lo recuerdo... Recuerdo, igualmente, los elogiosos comentarios a sus Novelas ejemplares, de las que destacaba a "La Gitanilla"...

Fuera por el motivo que fuese, en verdad, el entusiasmo del profesor por inculcarnos estas lecturas, no se tradujo en un interés especial en este alumno, y creo que ni en el de otros muchos más de mis compañeros de clase. Y es que, pienso, al menos en mi caso, resultaba bastante difícil retrotraerse a historias y andanzas mundanas de más de cuatrocientos años, máxime en aquella edad juvenil, tan necesitada de conocimientos realistas y contemporáneos, que brillaban por su ausencia.

Con este bagaje, y admitiendo mi escasa sensibilidad y precario conocimiento en "literaturas antiguas",he procedido a la lectura de este relato breve, que bien pudiera definirse como un "cuento" de relativa "ejemplaridad", con el afán de comprobar si, verdaderamente, había perdido en mis años jóvenes la posibilidad de haber disfrutado con las obras de "El Príncipe de los Ingenios".

Mi conclusión es que no. Sigo opinando, básicamente, igual que entonces, sin que, después de tantísimos años transcurridos, tenga otra sensación de pérdida que no sea la de la propia juven-tud pasada.

Sin pretender enmendar la plana a nadie y sin querer ser en absoluto presumido, concluyo, por lo que a este relato-cuento se refiere que, aunque resulta entretenido y ameno, adolece de total credibilidad la sapiencia y experiencia con las que Don Miguel adorna a la, casi niña, protagonista principal, la Gitanilla.

Vamos, que los cuentos-teatro con los que deleito yo a mis nietos, conteniendo sus necesarias dosis de irrealidad y magia, no pierden nunca esa imprescindible credibilidad. Si no, preguntárselo a ellos.

20.04.07

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