Se desarrollan estos dos relatos con varios hilos de unión entre si: los protagonistas emergen del mar, sus historias son tristes y sus finales, lógicamente, infelices. En el primero, se describen los avatares de un emigrante polaco, naúfrago en costas inglesas. La marginación y el rechazo sufrido de la mayoría de las gentes, a los que no son ajenos sus distintas costumbres e idiomas, no son obstáculo para, con su correcta conducta, conseguir cierto aprecio del principal terrateniente del lugar, dándole cobijo y trabajo en su hacienda agrícola y ganadera, que desarrolla a satisfacción.
Los atisbos esperanzadores de final feliz, máxime, con su enamoramiento, plénamente correspondido por la criada de la hacienda vecina que dá título al relato, posterior casamiento y nacimiento de un hijo, vienen a dar, de repente, un vuelco absoluto, culminando en un desolador drama de corte romántico.
En el segundo cuento-relato, Joseph Conrad, nos sitúa en los mismos parajes de su historia anteior, para volver a narrarnos otra desangelada vivencia con protagonistas antagónicos por una parte (padre-hijo), y por otra, de sumisión abnegada (hija-padre). El deseo del primero por el regreso de su aventurero hijo para que asiente su vida con él, ya en su vejez, le lleva a idealizarlo ante los ojos de la hija del segundo, de tal suerte que, ésta, sin conocerle, se ve felizmente casada con él, tal y como desea el padre. El regreso del hijo, finalmente, se produce. El resto de la historia, como no podía ser menos, vuelve a ser amargo.
En el segundo cuento-relato, Joseph Conrad, nos sitúa en los mismos parajes de su historia anteior, para volver a narrarnos otra desangelada vivencia con protagonistas antagónicos por una parte (padre-hijo), y por otra, de sumisión abnegada (hija-padre). El deseo del primero por el regreso de su aventurero hijo para que asiente su vida con él, ya en su vejez, le lleva a idealizarlo ante los ojos de la hija del segundo, de tal suerte que, ésta, sin conocerle, se ve felizmente casada con él, tal y como desea el padre. El regreso del hijo, finalmente, se produce. El resto de la historia, como no podía ser menos, vuelve a ser amargo.
Lecturas con marcado tinte fatalista, quizás, propio de la época y ambientes en que se desarrollan.
29.05.07
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