domingo, 3 de agosto de 2008

Mala gente que camina de Benjamín Prado


Una vez más, en esta ocasión disfrazados de Reyes Magos, mis hijos, me obsequian con un libro que ha resultado de mi total agrado. Me tienen cogido el punto o soy demasiado fácil. Creo que lo primero.
Bien, la novela, que resulta muy atrayente, sitúa la acción en la posguerra española, y la trama en el robo de los hijos a las mujeres republicanas encarceladas, para entregarlos a familias afines al nuevo Regimen establecido. Con estos ingredientes, Benjamín Prado, valiéndose del personaje de sus articu los de prensa, Juan Urbano, caracterizado de profesor de Instituto de los años 80, va amenizando esta historia en la que retrata aquella triste y dramática época de los años cuarenta.

En esta "ficción-verdad" son muy ilustrativos, a la vez que entrañables, los frecuentes diálogos entre el protagonista, Juan, y sumadre, en visiones contrapuestas. Las de ésta, desde la realidad vivida, o mejor dicho, la que le hiciron vivir, como a la mayoría de sus contemporaneos, donde al obscurantismo y a la propaganda gubernamental, se añadía el conformismo, inculcado desde los púlpitos y otras instituciones creadas a este fin de adoctrinamiento al Régimen. Las de Juan Urbano, desde el rigor, basado en análisis y publicaciones de tipo histórico, y que, como no podría ser de otra forma, configuran su crítica realista a aquel sistema y a sus valedores, con nombres y apellidos de muchos de ellos, falangistas, polítcos, literatos, etc.y a la trayectoria cambiante de alguno de ellos, a la finalización del franquismo.

Aunque la novela, fundamentalmente, es ésto (lo que ya sería suficiente para ser buena), realmente puede decirse que es más, pues añade, al fondo cruel de la trama, los toques desenfadados de la sociedad en la que viven sus protagonistas, que hacen más atractiva aún, su lectura.

No puedo terminar estos comentarios sin hacer alusión a la crítica feroz, pero certera en mi opinión, a las figuras de José Antonio Primo de Rivera y Onésimo Redondo como precursores de nuestra contienda civil y agitadores sin escrúpulos para hacer prevalecer, al precio que fuera, sus ideas e intereses, y,
que me traen a la memoria, de la A a la Z, pasando por la R, a los "Acebes, Zaplanas y Rajoyes", lazarillos del impresentable Aznar, (en aquel entonces lo sería Franco) como defensores a ultranza de "su"única e intransigente España, en la que no tienen acogida otros pensamientos que no sean los ultramontanos de esta ¿derecha? actual española. Pero, en esta ocasión, no lo van a conseguir.

10.02.07






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